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UN DÍA CON KAFKA

  • Foto del escritor: Estefanía Gomez Rosas
    Estefanía Gomez Rosas
  • 22 ago 2020
  • 3 Min. de lectura

Infinitud de mezquitas en un país limitante con el Reino del Tercer Reich, estuvieron al lado de los nazis y aun así sus mezquitas no sufrieron el caos del holocausto Nacional-socialista. Nunca imaginé que existieran en la actualidad tantas aljamas y tantos Judíos en la Republica Checa, estaba en una de las ciudades más hermosas del mundo, Praga, edificios hermosos con techos negros, casas verdes o blancas, iglesias góticas, kurtos (helados con una masa gruesa), el reloj astronómico de Praga, estuve en la ciudad que vio nacer grandes escritores y eruditos, en estás mezquitas conocí uno de los instrumentos más monumentales del planeta Tierra, el Órgano, en las mezquitas sólo podían entrar hombres o rabinos, la entrada a las mujeres estaba prohibida, al parecer años después, las mujeres sólo podían escuchar al rabino desde arriba, la mezquita tiene dos pisos, yo logré entrar y quede atónita ante tan monumental palacio, la mezquita cumplía la función de museo, encontré textos originales de Judíos como Sigmund Freud y Franz Kafka, al lado de la mezquita estaba una de las estatuas más importantes de la ciudad, el monumento a Kafka.

Estaba en éxtasis, viendo y escuchando la historia de la construcción, y la reconstrucción de la mezquita después de la segunda Guerra Mundial, me encanta la historia, tuve suerte y encontré a un gran estudioso de Historia haciendo el trabajo de guía turístico, cuando salí de la Sinagoga y vi el monumento de Kafka, no dude ni un segundo y le pedí al guía que por el amor a Dios me tomara una fotografía junto a mi amado Kafka, la escultura es muy interesante, lo llaman el surrealista monumento a Kafka, tiene unas piernas y un cuerpo sin cabeza, y sobre los hombros del cuerpo sin cabeza se sienta otro hombre más pequeño, el guía me relato la historia y quedé realmente maravillada.

Se trata de un monstruo sin cabeza, ni manos, la estatua mide unos cuatro metros de altura, y encima del gigantesco monstruo se encuentra Kafka sentado, “se plantea la angustia del hombre frente al absurdo” dijo el guía turístico. Esta criatura se aparecía continuamente en los sueños del escritor, quien lo comparaba con su padre, y Kafka en vez de tenerle miedo, se subía encima de sus hombros para guiarle, ser sus oídos y sus ojos. Para mi resultó sumamente interesante la historia del monumento surrealista. En la época de la foto, yo había leído sus grandes obras, y la relación del monstruo gigantesco, el padre fuerte, que en palabras de Kafka “lo pisoteara en cualquier momento” está muy plasmada en “su Carta al Padre y la Metamorfosis”. En la foto aparezco con una sonrisa y una felicidad extrema, fue un momento que se inmortalizó tanto en mi memoria, en mi corazón y en una fotografía que durará por toda la eternidad.

Después de deleitarme con el relato y la interpretación de los sueños de Kafka en una escultura, nos dirigimos al museo de Kafka, en aquel lugar encontré los manuscritos originales de magnánimas obras como “El Proceso, América, Carta al Padre, La Metamorfosis”, en esta época tenía un nivel avanzado de Alemán, y estaba extasiada leyendo a Kafka, sus papiros originales con letra original, miles de tachones, enmendaduras, correcciones, vi todo su proceso de escritura, fue un día muy especial para mí, compré dos libros en la tienda de regalos, aún los guardo como tesoros en mi biblioteca. Después de tanto conocimiento y tanta felicidad, me deleité con la comida típica de la República Checa, comí pato asado, y después un delicioso Crepe hecho con la masa de Kurtos, muy tradicional en este país.

 
 
 

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